En el vasto y a veces repetitivo universo del pop alternativo en español, hay voces que resuenan no solo por su sonido, sino por su capacidad de decir mucho con tan poco. Una de esas voces es la del cantautor chileno Eduardo Bravo, quien nos presenta “Sueños de melotrón”, un sencillo que no solo anticipa lo que será su próximo álbum El largo adiós (previsto para 2025), sino que también confirma que lo íntimo, cuando se canta con verdad, puede tocar fibras universales.
Y es que hay canciones que no se escuchan: se sienten. Se meten por los poros, bajan por la espalda y se quedan en algún rincón tibio del pecho. “Sueños de melotrón” es una de ellas. Desde el primer verso —“Ver anochecer / Te ves tan bien / Estamos en el sueño”—, queda claro que estamos entrando en un terreno flotante, suspendido entre lo que fue y lo que nunca terminó de irse.
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Eduardo Bravo ha demostrado ser un arquitecto emocional. Lo suyo no es construir himnos para cantar a gritos, sino refugios para quienes necesitan escucharse a sí mismos en medio del ruido. En su anterior disco Un bosque en mi balcón (2023), el artista chileno nos regaló un imaginario lleno de hojas, sombras y raíces, una especie de terapia musical que convertía el duelo en paisaje natural. Pero ahora, con “Sueños de melotrón”, nos invita a explorar una nueva dimensión: la del subconsciente, donde el recuerdo se mezcla con el deseo, y el sueño se vuelve espejo.
Eduardo Bravo: el poeta del pop alternativo chileno
A estas alturas, Bravo se ha ganado su lugar como uno de los cancionistas más honestos y profundos de la nueva escena. No necesita gritar para que lo escuchen. No necesita viralizarse para llegar. Él escribe desde un lugar tan real, tan suyo, que inevitablemente termina siendo nuestro también.
Y es que Eduardo Bravo tiene esa capacidad de agarrar una emoción, desmenuzarla con cuidado, envolverla en una melodía y ofrecértela como quien entrega una carta escrita a mano. Escuchar su música es como leer una carta que no sabías que necesitabas.
Lo más interesante de esta nueva etapa es cómo Eduardo Bravo decide abandonar lo terrenal —ese bosque lleno de metáforas verdes— para sumergirse en un universo más etéreo. “Sueños de melotrón” no se pisa con los pies: se navega con los ojos cerrados. Es una canción que funciona como puente entre el ayer y el ahora, entre lo que fue y lo que imaginamos que podría volver.
Hay algo muy cinematográfico en su propuesta. Uno podría imaginar esta canción sonando en el clímax emocional de una película indie, mientras la cámara enfoca a alguien que, desde la ventana de un tren, recuerda a quien dejó atrás. Bravo tiene el don de escribir para escenas que aún no han ocurrido, pero que todos hemos vivido en nuestra mente.