Hay canciones que no solo suenan en los oídos, sino que se quedan flotando en el pecho como si fueran un eco de lo que alguna vez sentimos pero no supimos decir. “Nunca sale el sol”, el nuevo sencillo de Los Batz, es una de esas rarezas honestas que llegan sin pedir permiso para desempolvar memorias y sacudir rincones emocionales que pensábamos dormidos.

Este estreno no es solo una canción más en su catálogo: es el primer grito de una nueva etapa para esta banda que antes respondía al nombre de Bat Habits. Ahora, rebautizados como  Los Batz, estos músicos demuestran que las transformaciones profundas no solo se dan en el sonido, sino también en la piel y en la intención. Y como todo buen renacimiento, este viene acompañado de un tema que no le teme a la vulnerabilidad, que no disfraza el dolor ni lo maquilla de falsa esperanza.

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Desde la primera escucha, “Nunca sale el sol” se revela como una confesión a media voz, como ese mensaje de WhatsApp que nunca se envió o la llamada que colgamos antes de que contestaran. Es la historia sonora de un duelo emocional disfrazado de groove bailable, donde cada riff de guitarra es una pregunta sin respuesta, y cada verso es un intento torpe de soltar lo que ya no está.

Una herida que baila: el contraste perfecto

Si algo logra esta canción —y lo hace con una maestría que no se enseña en ninguna escuela de música— es ese equilibrio extraño entre la tristeza densa y el ritmo ligero. Porque aunque la letra hable de ausencia, de noches largas donde “nunca sale el sol”, el cuerpo inevitablemente empieza a moverse con esos grooves de batería y bajo que invitan a balancear la cabeza o marcar el tiempo con el pie.

La producción, a cargo de la banda junto a su aliado de siempre, Jack Gómez, es impecable en su sencillez: sin saturar, sin forzar adornos innecesarios, dejando que la voz de Simón Cardona y las guitarras de Julián Alzate respiren y se encuentren en un punto medio entre el indie latino y el rock alternativo de exportación.

El resultado es una pieza que no pide explicaciones, que no necesita traducirse: la universalidad de ese “te extraño aunque ya no deba hacerlo” se entiende igual en Medellín que en Buenos Aires, en Ciudad de México o en cualquier habitación donde alguien haya amado de más.

El sonido de Los Batz en este nuevo sencillo es un campo fértil donde florecen influencias de varias esquinas musicales. Hay un poco de Zoé en la atmósfera psicodélica y reverberante; un guiño a Technicolor Fabrics o Bandalos Chinos en la vibra indie bailable; ecos lejanos de Los Amigos Invisibles en los grooves sutiles. Pero también hay identidad propia: una mezcla de melancolía y frescura que no suena prestada, sino vivida.